J'attendrai dans le silence de la nuit que tu t'approches de mon côté et tu me chuchotes ton amour, parce que je t'aime.

Cálido reflejo



Verano 2008
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Aquel espejo de agua se atravezó en tu camino mujer y sin mayor reparo quedaste prendida de aquel hermoso rostro. Poco tiempo bastó para entender que aquella suave cara era la tuya y sin más, olvidaste presurosa cualquier otra. 
Al fin, el alma gemela que siempre habías buscado había llegado. Las emociones se duplicaban en intensidad y tus adentros comenzaron a arder... 
Buscaste un lugar solitario donde nadie pudiera turbar tu ritual de alabanza y frente a un espejo empezaste a mostrar tus ganas inflexivas, autorreferenciales y sin miedo te entregaste como nunca lo habías hecho con nadie, a probar las delicias del autoerotismo. 
Al desdoblarte gozabas tu aliento y la humedad de tu boca como si fuera tuya y a la vez otra, tomaste tu lengua y la deslizaste por toda tu piel, deteniéndola en puntos húmedos para colmarla de ti, de tu sabor, de tu aroma y la llevaste de nuevo a tu boca, mientras tu sexo ardía con la ayuda de tu mano y cerraste los ojos para sólo ver tu rostro y tocaste de arriba a abajo tu cuerpo como si tuvieras mil manos. Liberaste de ropas tu piel dorada y oliste el sudor de una axila, presurosa nuevamente alargaste tu lengua para lamerte y probarte. 
Las partes que no libabas las alcanzabas con tus dedos y así acariciaste tus nalgas y luego siguió la entrepierna que no podía ser perdonada. Aquella entrepierna exquisita punzaba por ser tocada, sorbida, limpiada, secada y olida. 
Tus dedos entendieron su angustia y con ellos encontraste la gloria, una miel y un olor que sólo tu podías prodigarte, y lo hiciste, desesperada, ardiente y sudada como si fuera la última vez que te gustaras.