J'attendrai dans le silence de la nuit que tu t'approches de mon côté et tu me chuchotes ton amour, parce que je t'aime.

El Olor a la Soledad


Invierno 2007
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Hace algunos días que empecé a experimentar una terrible soledad.
Dondequiera que estaba me sentía sola a pesar de las multitudes, del viento, de la lluvia, del frío, de mis amigos, de mi familia.
Las bandejas de entrada de mis correos electrónicos estaban repletas, ni siquiera me atrevía a mirar porque de tan sólo pensarlo unos calambres paralizantes comenzaban a recorrer mi cuerpo de pies a cabeza, como premonición y advertencia a desafiar los confines del aislamiento, si los rompía moriría.
Entonces abandonaba cualquier intento por comunicarme con los demás, simplemente me aislaba en mis pensamientos y mis ojos se inundaban con la sal de mis lágrimas, ni siquiera podía cerrarlos porque al hacerlo la sal raspaba como advertencia. Terrible castigo para no olvidar, para no ceder a la oscuridad de la nada, para estar consciente de mi derrota, de mis espasmos, de mis terrores, de mis miedos, de mis fantasmas, de mis dolores.
Con los ojos cansados, me sacudí la ceguera que recubría la quietud de mi cuerpo, fue un gran esfuerzo casi sobrehumano por las condiciones en las que me encontraba.
Como pude empecé a olfatear y un soplo rancio llegó a mi nariz y tras incesantes inhalaciones pude reconocer su procedencia, el sudor de mis axilas. De repente otro estupor se confundió con el olor a sudor de mis axilas, entre dulce y picante, entre ácido y ron, era el olor de mi entrepierna sudada, de los restos de humedad quedados...
Así me mantuve varios días, reconociéndome a través de mis humores.
Ahora sabía a que olía el miedo y la soledad, el terror de estar sola y abandonada. Pero sobre todo, ahora te entiendo a ti mucho más de lo que crees, mucho más de lo que yo podía entender.
Ahora comprendo tu insistencia, tu arrebato, tu necedad por olerme desnuda, por obligarme a noasearme todo un día, un día que se convirtió en una semana.
Es un acto de amor inmenso.
Tú sabías que oliendo mi soledad podría llegar a entender tu inmenso amor, a sentirlo de verdad, a gozarlo, a sufrirlo, a anhelarlo, a desearlo, a nunca querer olvidarlo, a nunca querer abandonarlo.


Por eso mi amor, te dedico mi soledad porque es el más fuerte y sutil hilo que nos une.
Es la soledad que hilvana nuestra razón con nuestra locura, el deseo racional con la parte más primitiva de nosotras mismas.
Tenía que estar sola para saber cuanto te necesito, cuanto te amo y sobre todo, para entender que el deseo que pasa por la razón es el más frágil de todos, el deseo que une es el deseo que encarna, que mueve las profundidades del ser.
Te propongo, desnudémonos todas las tardes para olernos en la soledad de nuestro secreto, para encallar en nuestras entrepiernas y quedarnos con el olor de nuestros sexos que hilvanan las ganas del corazón.