J'attendrai dans le silence de la nuit que tu t'approches de mon côté et tu me chuchotes ton amour, parce que je t'aime.

Enredada



Otoño 2007
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Me pedías un auxilio que no supe ver ni ofrecerte.

Detrás de una mirada prematuramente madura y triste escondías una niña anhelante de risas, ternuras y abrazos, que me solicitó sin pedirla una atención que no te supe multiplicar.

Me invitaste a una copa, infeliz de mí, y no alcancé ver, inocente y despreocupada, la gran oportunidad de… ¿para que seguir?

En verdad es inútil tratar de recomponer lo que no se hizo.
Mujer precoz, tus ropas baratas y ajenas a la moda, tus manos curtidas por el trabajo, tu rostro cansado y tu cabello descuidado no lograban eclipsar esa belleza esencial a quienes, como a ti, les son inherentes un cuerpo delicado y una ternura infinita, una perfección innecesaria de aderezo alguno.

Sigo viendo tu cabello rubio y tus ojos azules, imágenes poco erosionadas por el tiempo, imborrables.
Tú, a quien conocí en la escuela, dónde compartimos aula; dónde, desganadas, resolvíamos asientos y matizábamos balances de situación.

Me mirabas, me preguntabas, me sonreías; yo no era capaz de otra cosa que ponerme nerviosa y pensar en tu novia, quien, con su sola evocación, tenía la facultad de hacer desaparecer el brillo de tus ojos y sumirlos en un desconsuelo callado y oscuro.

No estoy segura, pero pudiera ser que salieses entonces de un involuntario encierro, cuya puerta abierta te descubrió sensaciones antiguas. También puede ser que yo esté loca.
Para ti, debí desaparecer como a quien ha tragado la tierra; dejé de acudir a la escuela cuando el destino travieso me apartó de tu lado en forma cortés. Mi pecado es no haber regresado a buscarte, dejar deshacerse el lazo.
No he dejado de sentirte, de ver tus ojos tristes, y nunca he dejado de desear tu abrazo y tus lágrimas de desahogo y alegría en mi cara.

Sí se que desde entonces me pregunto: ¿dónde estás?

Te he soñado mucho en éstos últimos años, no he dejado de pensar en nosotras. Nuestro recuerdo es una piel grata y preciosa que atesoro en mi memoria y en muchas de las palabras que se alborotan en mi mente. Estaré quizás muy loca porque, aún después de tanto tiempo, sueño con encontrarnos de nuevo.

Mi destino es antojadizo y bien pudiera se decida a gastarme una nueva broma, como acostumbra, volviéndonos a poner a la vuelta de cualquier esquina.

Me gusta insistir.

¿Dónde estás nena?