(Carta de una insolente a otra escrita en algún jardín de Buenos Aires)
Otoño 2008
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Mi insolente:
La casa está en silencio… por fin.
El aire es cálido pero el pasto está fresco por el rocío.
Es una noche perfecta para contemplar el cielo y tenerte entre mis brazos cobijándote la paz, para que nadie te la quite.
Acunarte con el latido de mi corazón y saber cómo se siente tenerte dormida bajo las estrellas.
Velar tus sueños cálidos, tus sueños húmedos, tus pesadillas.
Oir tu respiración acompasada marcar el ritmo de mi sueño inminente y entregarme a los brazos de la noche contigo entre mis brazos.
Total, que ya llegará el sol con la obviedad de que no has sido más que un dulce sueño.